La capital de Hungría se ha transformado en la última década en uno de los destinos favoritos de quienes visitan Europa. Esta histórica ciudad tiene un encanto único en el que confluyen de forma perfecta lo mejor de la cultural Viena, la bella y bohemia Praga y la romántica París.
Ubicado entre el centro y el este de Europa y dividido por el famoso Danubio. Este territorio emplazado fuera del espacio Euro es gobernado por el pintoresco Florín Húngaro por lo que, queridos amigos, es necesario volver a sacar calculadora para ir traspasando a la moneda local (Cuando yo fui por un euro te daban entre 250 y 300 florines).
Desde mi punto de vista, Budapest es la ciudad perfecta o más bien, la unión de las ciudades más perfectas de la vida… ¿Por qué? Bueno, porque para quienes no lo saben Budapest viene de la unión de las ciudades de Buda, Óbuda y Pest las cuales están separadas por el Danubio y unidas por varios puentes que se han transformado con los años en puntos icónicos del territorio urbano.
Situada a la orilla derecha del Danubio, Buda corresponde a la parte occidental de la capital húngara. Entre sus principales atractivos se encuentran el Monumento a la liberación, los baños de Ruda, el balneario Gellért, el palacio real, la galería nacional, la iglesia de San Matías y el alucinante Bastión de los pescadores (solo por destacar algunos lugares).
Óbuda o antigua Buda, se ubica al noreste de Buda. En ella los visitantes podrán encontrar vestigios de lo que fueron los primeros asentamientos del territorio. Los cuales, según algunas investigaciones históricas, provienen de la edad de piedra
En tanto que Pest, ubicada sobre una extensa explanada al este del Danubio, tiene entre sus principales atractivos el museo nacional, la avenida Andrássy, la basílica de San Esteban, el castillo de Vajdahunyad, los baños de Széchenyi, la plaza de los héroes y su majestuoso parlamento.
¿Cuál sector es mi favorito?… Creo que jamás podré definirlo, ya que los ame a todos por igual.

UN DÍA DE VERANO EN BUDAPEST
Cada día amanece cerca de las 5.30 de la mañana, de a poco la gente se comienza a levantar quedando los últimos rezagados para eso de las 8 a.m. (Como por ejemplo: yo).
Bajo al comedor en pijama y tomo desayuno buffet en un hostel que me cuesta 15€ la noche. La sobremesa tiende a hacerse larguísima conversando con chicos de todo el mundo tan ansiosos como yo por salir a descubrir algo nuevo en esta ciudad, sumado a consejos sobre las posteriores rutas que cada quien seguirá por aquellos que ya las han recorrido.
Luego de eso, me visto lo más cómoda posible, me pongo mis fieles zapatillas, meto en mi morral un cortaviento para la noche, mi cámara y el cargador portátil. Tras ello, desciendo la escalera, me despido de los chicos que están en la recepción, me coloco audífonos, conecto mi celular, pongo una canción de George Ezra, abro mi mapa y comienzo mi aventura diaria.
En general, dedico todas mis mañanas a caminar por la ciudad esperando descubrir algo nuevo… Y como es de esperar, logro sin mayor problema mi cometido, ya que esta maravillosa ciudad en cada esquina te sorprende con arquitectura de distintos periodos, una multiculturalidad tremenda, espacios que formaron parte relevante en la historia mundial y paisajes que te dejan boquiabierta.

Cuando el cansancio invade mi cuerpo y mi mente, decido ir a pasar la tarde a los Bath (centro acuático recreativo. El más antiguo fue creado en el siglo XVI y el más nuevo a comienzo del XX)… Y cuando llego me doy cuenta de que prácticamente todo el mundo pensó como yo, porque la mayoría pasa las tardes en ellos…
¿Que tienen de especial?
Bueno, por cerca de 15€ vas a pasar la tarde tomando sol en un lugar en el que si quieres relajarte y descansar puedes escoger entre piscinas para nadar, piscinas en las que jugar con olas (si, con olas y algunas enormes que si te encuentran desprevenida te hunden), piscinas giratorias que te hacen sentir dentro de una centrifuga (te metes y te mueve por toda el agua, siendo tu única misión saber flotar), piscinas temperadas, piscinas con hidromasajes, saunas y tinajas.
Todas las piscinas están ornamentadas con estatuas de estilo Grecorromano e inclusive algunas lanzan chorros y renuevan el agua.
En cuanto a los camarines, debo reconocer que para mí fue algo nuevo ver tanta gente desnuda y sin complicaciones con su cuerpo, pero rápidamente me acostumbre y fue de lo más normal.
Ahora bien, en caso de que te de sed, por 2€ puedes comprar una cerveza artesanal de 500cc y si te da hambre puedes comer igual por 2€ (todo dentro del mismo complejo).

Tras atardecer o cuando te cansas de descansar… Te vistes y vas a cenar a un hermoso restaurante con terraza a la orilla del Danubio, el cual te regala una vista privilegiada del sol escondiéndose tras Buda al compás de la música de diferentes artistas que tocan en las calles de Budapest. (¿Qué precio tiene esto aproximadamente? en Chile una cena con bebestibles en un lugar similar te sale cerca de 20 mil pesos y en Budapest jamás pague más de 8 mil pesos).

Luego de cenar y si aún tienes energía para salir de fiesta, tendrás que escoger entre unos cuantos panoramas que ofrece la noche Húngara (dependiendo el día de la semana), tales como: Fiesta con dj en vivo en alguna piscina, fiesta en los conocidos bares en ruinas, una salida en crucero por el Danubio con buffet o ir de fiesta a la terraza de un bar en el último piso de algún edificio…
Y bueno, cual sea tu elección no puedes demorarte en escogerla, ya que recuerda que amanece a las 5.30 y debes volver a tu agotadora rutina diaria.
REFLEXIÓN:
No sé si a alguien más le ha pasado, pero en el poco tiempo que estuve en esta ciudad, pude darme cuenta de que las personas se preocupan de disfrutar el día a día a concho porque saben que la vida es efímera…ya sea por un tema cultural o porque en cada esquina hay un homenaje a todas las familias que perdieron su vida en las guerras mundiales…
¿El homenaje que más me marco?
Shoes on the Danube Bank, el cual recuerda a la gran cantidad de judíos fusilados y cuyos cuerpos lanzaron al río entre 1944-1945. Este homenaje se basa en 30 pares de zapatos de hierro, colocados a la orilla del río y que dejan a cualquiera que pase junto a ellos sin habla.
